Los desfases de Las bellas durmientes
Vi la película de Marcos Loayza Escrito
en el agua hace más de diez años. La
proyección fue en Bruselas, en algún festival, con la presencia del
director. En un diálogo con los
estudiantes bolivianos que asistimos, Loayza pidió que levanten la mano
aquellos que habían visto su anterior film Cuestión
de fe. Aunque no éramos muchos, una
decena lo hicimos, por lo que nos advirtió que no esperemos nada similar, pues
uno no tenía nada que ver con el otro.
Uno de los esfuerzos de Loayza parece ser precisamente la ruptura, al
menos en lo aparente. Seguro que le
hubiera sido más fácil seguir con la veta costumbrista que abrió con Cuestión de fe y que resolvió con
deliciosa maestría, pero se salió del camino en busca de nuevos
horizontes. Las bellas durmientes es una nueva exploración, una invitación al
tránsito por otro mundo.
Pero como siempre, la propuesta de Loayza es más profunda de lo que
parece; tras la frivolidad de la belleza cruceña y de una simplona historia policial
no resuelta, está la intención de explicar algunas lógicas del funcionamiento
de la sociedad boliviana, leída desde Santa Cruz, pero pensada para la nación
en su conjunto. Su reflexión no se
entrampa en la fácil disyuntiva esencialista “cambas/collas”, sino que piensa
los problemas del país como un todo, más allá de las regiones.
Dos desfases son los que la película plantea. En primer lugar, el director se esfuerza por
mostrarnos la magnífica ciudad con una serie de tomas aéreas que no pueden sino
impresionarnos. Las construcciones, los
parques, las avenidas, los elegantes edificios, los departamentos lujosos, etc.
muestran que lo deslumbrante del crecimiento urbano no va de la mano de la
institucionalidad miserable de la policía que carece de recursos económicos,
intelectuales y de simple sentido común.
Loayza parecería criticar la contradicción de una modernidad absurda que
sólo le apuesta a la materia, en tiempos donde “todo lo sólido se desvanece en
el aire” (diría Marshall leyendo a Marx).
El filme retoma de alguna manera la tesis crítica de Zygmunt Bauman en
sentido de que la sociedad actual se caracteriza más por lo líquido que por lo
sólido. Una sociedad que sólo le apuesta
a la estructura material –y a la belleza física y aparente- es insostenible.
Un segundo desfase bien trabajado por el director se muestra en la
relación entre el sargento Vaca y el cabo Quijpe (ojo con la “j”). El sargento tiene el poder pero no la
razón. La tibia intuición que podría
resolver el enigma de los asesinatos seriales la tiene Quijpe quien, por estar
sometido a la lógica de su torpe y poderoso jefe, no puede explorar el camino
que eventualmente hubiera llevado al éxito.
Quijpe habría entendido el consejo de Allan Poe en Los asesinatos de la calle Morgue: “Lo importante es saber lo que
debe ser observado”. El sargento Vaca
-prototipo de la desidia y la mezquindad- no observa nada, concluye, y su
conclusión es verdadera por la posición que ocupa. Esa parece ser una metáfora
de la política boliviana, la tensión entre poder y saber. Aquí la crítica política es evidente: la
división jerárquica de la burocracia entorpece su funcionamiento; cuando el
poder está en las manos equivocadas, no se llega lejos.
Loayza no se arriesga por una salida fácil, no redime al cabo Quijpe
ni le permite convertirse en el héroe de la historia, más bien lo manda a la
calle a fantasear con una pantalla gigante.
Tampoco castiga al inepto sargento Vaca.
Simplemente parece sugerirnos que la solución es más compleja, y nos
invita a pensar el problema colectivamente.
Me quedo con dos reflexiones más.
Por un lado, la pésima calidad de la proyección: fui intencionalmente a
la Cinemateca -no a un cine comercial- y salí decepcionado. La imagen inestable, la proyección más amplia
que la pantalla que la recibe, las publicidades previas, el olor a palomitas de
maíz… Cuánto extrañé los tiempos de la
modesta pero sobria sala de la Indaburu y Pichincha. Por otro lado, me conmovió que la película
estuviera dedicada al Rulo; también me dolió su partida.
(Publicado en el suplemento Ideas del periódico boliviano Página Siete)
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